Estos partidos dejan muy mal cuerpo. De cada 100 veces, el
Plasencia hubiera ganado al Valdivia en 99. Pero todo lo que tenía que salir
mal, salió peor. Se puede decir que la UPP fue víctima de sus propios errores e
incluso de su falta de hambre.
El equipo placentino, al igual que en Arroyo de la Luz, puso
el partido muy pronto de cara. A partir de ahí, no dejó de pegarse tiros en los
pies hasta quedar cojo del todo. El Valdivia, con muchísimos menos recursos que
la UPP, hizo lo que tenía que hacer para llevarse la victoria.
El Plasencia se mostró muy superior en la primera mitad, con
un Flórez que volvió a ser imparable por su banda. Primero estuvo a punto de
provocar la expulsión a Peters, que tuvo que parar con las manos fuera del área
un balón que se colaba dentro. Y luego provocó el penalti por unas manos de Rober.
El lanzamiento lo convirtió Kevin (0-1).
El Valdivia estaba completamente noqueado, bailando al son
que le marcaba la UPP. Sin embargo, en vez de buscar el segundo, el equipo unionista
creyó que lo más conveniente era dejar transcurrir los noventa minutos con
rondos sin ninguna verticalidad.
Las cosas se empezaron a torcer con la lesión muscular de
Kevin, que ya mostró molestias en el calentamiento. Su lugar lo ocupó Kofi, que
hasta la fecha ha ofrecido trabajo y brega, pero sin pólvora ni peligro de cara
a puerta. Entró con el 0-1 y se retiró expulsado con el 2-1.
Sin Kevin en punta de lanza, la UPP insistió en su apuesta
de hacer bailar al Valdivia sin mirar a la portería. No contemplaba la
posibilidad de que un gol puede llegar en cualquier momento, incluso de rebote.
Debió haber aprendido esa lección en Arroyo de la Luz.
Y así fue, a un minuto para el descanso. Centro desde la
izquierda y Carlos Valverde despeja a su propia portería ante la sorpresa de
Sergio Moya (1-1). El Valdivia no había tirado a puerta y sumaba un gol.
El descanso no sirvió para reformular ideas o templar
ánimos. El Valdivia resucitó y el Plasencia salió más nervioso y desorganizado,
tratando de hacer por la vía rápida lo que en la primera parte pudo hacer
tranquilamente y con la pendiente a favor.
El partido se volvió loco mucho antes de que llegaran los
goles. El 2-1 (y luego el 3-2) llegó tras esa errónea exposición en ataque,
sobre todo por el carril de Belli. Polvorilla se puso las botas por ese pasillo
y ofreció una exhibición. El extremo sacó al argentino el penalti que significó
el 2-1 de Rober.
Kofi completó su particular aciaga tarde con la expulsión en
el minuto 75. Y fue en ese tramo, con uno menos, cuando se vio a un Plasencia
con más desparpajo y más capacidad de desborde. El 2-2 en el 80 puso premio a
su insistencia. Llegó tras un centro que prolongó Aarón de cabeza
al segundo palo, donde Manu Moreira remachó a la red.
Ahí le faltó al Plasencia calma y serenidad para saber
interpretar un escenario con inferioridad numérica. Siguió exponiendo,
desprotegiendo la defensa en busca de la victoria y acabó perdiendo un punto
que era un botín por lo visto en la segunda parte. Otra vez Polvorilla aprovechó
el desequilibrio defensivo para robarle la cartera a Belli y regalar el 3-2 a
Israel.
En el descuento, el Plasencia acarició el 3-3, sobre todo en
un cabezazo de Aarón que dio por dos veces en el larguero.