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CRÓNICA. El Miralvalle se mete en la fase de ascenso por la puerta grande (63-77)

La expedición del Miralvalle celebra en Lanzarote su clasificación para la fase de ascenso.

63. Magectias: Regina Gómez (12), Maimouna Haidara (6), Carolina Mateo (10), Esperanza Delgado (7), Camille Giardina (11) –cinco inicial-, Sara Duarte (3), Carla Medina (3), Iranzu Drake (4), Samira Olano (2), Natalia García (5), Mikela Riolo y Esther Milandu.

77. Miralvalle: Sofía Aínsa (14), Stacia Robertson (19), Alicia Morales (14), Luciana Chagas, Princess Aghayere (26) –cinco inicial-, Lidia Francisco (4), Natalia Pizarro y Celia Rodríguez.

Parciales: 19-21, 32-37, 53-55 y 63-77.

Árbitros: Pinyol Fuertes y Molina Cruz.

Incidencias: Pabellón Municipal de Tías.

Juan Carlos Ramos / Se agotan los adjetivos para calificar la temporada del Extremadura Miralvalle Plasencia. Pero como siguen empeñadas en romper registros y en alcanzar hitos, no cabe otra que tirar de ingenio. El equipo placentino, en el año de su debut en la Liga Femenina 2 y tras asegurar su presencia en la próxima Liga Femenina 2 Pro, disputará la fase de ascenso a la Liga Femenina 1 tras ganar en la última jornada en la cancha del Magectias (63-77) y certificar el cuarto puesto de la liga regular. No hubo que esperar, por tanto, a una derrota del Azpeitia en la pista del Ibaizabal, algo que finalmente se produjo.

El Miralvalle quiso depender de sí mismo y eso que no lo tenía fácil. Más allá de que el Magectias no se jugara nada, la expedición colegial volvió a viajar en cuadro a causa de las bajas de Andrea Cueva y Tia Weledji. Y enfrente tenía a un equipo que había ganado cinco de sus últimos siete partidos.

La salida a pista fue buena a pesar de que el Magectias se llegó a poner cinco arriba (15-10). A las cuatro ‘titulares’ (Stacia, Princess, Alicia y Sofía) no les pesó la responsabilidad y empezaron a tirar del carro sin complejos. Sin embargo, cuando mejor estaban las extremeñas, llegó el susto de Stacia Robertson tras una fea caída. Se tuvo que ir al banquillo con 19-23 y todos se temieron lo peor.

Todos respiraron aliviados cuando la pívot norteamericana regresó a la cancha tres minutos y medio después. Lo hizo visiblemente mermada y con libertad para no correr para defender. El resto del equipo le guardó las espaldas. Y de qué forma. Con 53-55 se llegó a los últimos diez minutos y ahí se demostró quién tenía más ganas de ganar. Las de Raúl Pérez, incluso, se permitieron el lujo de no tener que sufrir en la recta final.

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