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La UP Plasencia celebra los 20 años del mítico gol de Félix Prieto

Sebas, que estaba expulsado, saltó al campo a celebrarlo con los suyos. PALMA
Juan Carlos Ramos (Hoy) / Corría el minuto 84 de partido entre el Plasencia y el Ceutí Atlético. Como testigos, más de 6.000 espectadores. Manolo se fue entre los tres centrales y cuando entró en el área, Bilal le entró por detrás y el delantero cayó derribado. El colegiado Hevia Obras, que esprintaba siguiendo la jugada, señaló el penalti sin dudarlo dos veces. No sirvieron de nada las protestas de los jugadores norteafricanos, que se alargaron durante cinco minutos. Tampoco los intentos de enredar del portero y algún que otro futbolista visitante al lanzador de la pena máxima. Félix Prieto colocó el balón y, casi sin coger carrerilla, engañó a Ariel para anotar un gol histórico (1-0) y dar a la UPP su tercer ascenso a Segunda B. 

De aquel momento, hoy jueves 22 de junio, se cumplen exactamente veinte años. Un instante que los aficionados placentinos guardan en sus recuerdos con una enorme nostalgia, casi más que los dos goles anteriores que valieron otros tantos ascensos, como el de Lupo ante el Alcira en 1985 o el de Juan Carlos ante el Extremadura en 1987. Y es aquel gol de Félix Prieto supuso el último ascenso de la UP Plasencia a la categoría de bronce del fútbol nacional. 

Veinte años no es nada, como cantaba en tango de Gardel. Parece que fue ayer cuando los aficionados unionistas se tapaban los ojos para no ver la ejecución de la pena máxima. «Cogí dos metros de carrera y lo mandé a la derecha del portero. Estaba tranquilo y sabía lo que iba a hacer. Me puse más nervioso al ver la repetición por la tele, cuando vi toda la gente que se había dado la vuelta para rezarle a la Virgen del Puerto», recuerda Félix Prieto desde su residencia en la localidad alicantina de Campello. 

Félix Prieto, al lado de Luisma y Manolo.
El jugador salmantino llegó a Plasencia procedente del Langreo, a dos jornadas para el final de la liga regular. No necesitó más periodo de adaptación. Se salió en los primeros cuatro partidos de la fase de ascenso y sus compañeros le miraron cuando el colegiado señaló los once metros en el quinto. «No estaba planeado, pero sabían que había sido un especialista en temporadas anteriores y todos se giraron hacia mí. Había otros especialistas como Haro o Manolo, pero al ser gente de casa podían sentir una mayor responsabilidad. Yo llevaba dos meses en Plasencia y no sentía esa presión. En la grada solo estaban mis padres. A veces estos penaltis no los tienen que tirar los mejores lanzadores, sino los que están más tranquilos», apunta Félix Prieto. 

Aquel partido ante el Ceutí no era definitivo. En caso de empate, todo se hubiera decidido en el Alfonso Murube una semana después. Sin embargo, toda la plantilla se tomó la cita del Municipal como una final a vida o muerte. «Sabíamos que o ganábamos en Plasencia o no ascendíamos. Irse a jugar el ascenso a Ceuta era misión imposible. No hubiéramos tenido nada que hacer ante un equipo con tanto presupuesto y en un campo donde nos esperaba una encerrona». 

Para Félix Prieto, ese gol y ese ascenso supuso su resurgir después de haber sido años atrás una de las grandes promesas del Real Madrid. «Recuerdo la etapa de Plasencia con mucha felicidad, con un vestuario espectacular. No acababa de encontrar mi sitio como futbolista, sufrí un bajón al salir del Madrid y la UPP relanzó mi carrera, tanto con el ascenso como la siguiente temporada en Segunda B». Una campaña que le sirvió al mediapunta para fichar por el Nástic de Tarragona y logar el ascenso a Segunda A.

Sus últimos años como profesional discurrieron en equipos de Segunda B del litoral levantino, donde acabó formando su familia. En total, 444 partidos entre Segunda B y Segunda A. Tras colgar las botas se marchó a Kuwait para coordinar todo el fútbol base del Khaitan Sporting Club. El año pasado le llamó el Novelda para salvar la categoría de su filial, algo que hizo con éxito. «Estoy muy orgulloso. Me han ofrecido renovar y hacerme cargo del fútbol base de los más pequeños. El mundo de los banquillos es complicado, pero hay que ir poquito a poco, seguir aprendiendo y seguir formándome a la espera de que llegue la oportunidad».

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